Por David Sebastian Arrighi – Agencia de Noticias 70.7

En los últimos años, se ha ido instalando un fenómeno preocupante en la Argentina: el desprecio creciente hacia las personas mayores. Comentarios como “los viejos no sirven para nada” o “son un gasto para la sociedad” ya no son marginales, sino que se escuchan con una alarmante naturalidad, especialmente entre sectores de la juventud que, con soberbia, parecen creer que la vejez es un estado que jamás les alcanzará.

Este fenómeno se conoce como edadismo, y aunque muchas veces pasa desapercibido, constituye una forma de discriminación tan peligrosa como el racismo o el machismo. Desvalorizar a los adultos mayores no solo es injusto, sino que atenta contra el tejido mismo de una sociedad que, históricamente, ha sido sostenida por la experiencia, la memoria colectiva y los valores transmitidos entre generaciones.

¿Una Juventud Sin Memoria?

La exaltación de la juventud como único motor válido de la sociedad ha dado lugar a una cultura que idolatra la novedad, la inmediatez y la “utilidad productiva”, despreciando todo lo que no encaje en ese molde. Los adultos mayores, muchas veces jubilados, enfermos o simplemente más lentos, son entonces vistos como un «costo», en lugar de un valor.

Este pensamiento no solo es cruel, sino también profundamente erróneo. Los mayores son quienes han construido el país, quienes criaron a las generaciones actuales, quienes lucharon por los derechos que hoy se disfrutan. Su rol es insustituible en la transmisión de la historia, de la ética, de la fe y de la identidad cultural.

Consecuencias de Desechar a los Ancianos

El abandono de personas mayores, los maltratos en instituciones geriátricas, la exclusión digital, la precarización de sus pensiones y la indiferencia social no son hechos aislados. Son síntomas de una enfermedad social que desprecia al que ya no produce, al que estorba, al que recuerda un tiempo que algunos prefieren olvidar.

Además, esta mentalidad genera una fractura generacional muy difícil de revertir. Cuando la juventud no respeta a sus mayores, la sociedad entera pierde su equilibrio. No hay futuro sin pasado. No hay progreso real si se niega la raíz.

Un Llamado a la Conciencia Colectiva

Es urgente que los medios de comunicación, las instituciones educativas, la política y la sociedad en general reaccionen ante esta tendencia. Promover el respeto intergeneracional, revalorizar el rol de los mayores, incluirlos en la vida activa, escucharlos y cuidarlos debe ser una prioridad.

Nadie es joven para siempre. El desprecio que hoy se siembra, será el abandono del mañana. Honrar a los mayores no es una opción, es un deber humano y cristiano.

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